Idiosincrasias

Me es de una significación bárbara cómo, en cada relación que formamos con cualquier persona, por lo regular tendemos a crear idiosincrasias particulares que muchas veces ni siquiera imaginábamos que podríamos desarrollar.  Cuando éramos niños -y de hecho hasta ya después de ser más que pubertos- para la familia yo era el traductor del dialecto que mi hermano Rorro hablaba.  A manera de broma, todos decíamos que era porque, como él nació en Chihuahua, en realidad se lo habían regalado a mi mamichi unas indias tarahumaras.  El Rorro hablaba entre dientes, como no queriendo decir lo que su corazón traía dentro.  Al menos esa era probablemente la idea implícita que yo acarreaba en mi mente.  De ahí que el único que le entendía era yo.  Entonces, cuando en las sobremesas hablábamos sobre cualquier tema y el Rorro de repente decía algo, todos se quedaban callados esperando a que yo tradujera lo que acababa de balbucear.  Eso creaba una especie de conexión muy exclusiva entre mi hermano y yo. 
 
Así como ese link, con cada persona que se relaciona a nuestras vidas, tenemos otros miles de intrínsecos lazos que sólo se explayan cuando estamos en presencia de dichas personas: con nuestros cuates, amigos, primos, tíos, novias, novios, esposos, esposas, hijos, hijas, sobrinos, etcétera, etcétera.  Sin embargo, todo tiende a evolucionar con la progresión del tiempo.
 
Creo que ya les había comentado sobre cómo mi sobrino Nicolás, hijo precisamente del Rorro, ha venido a traerme ciertos visos de paz durante el último año y medio de crónica insolvencia anímica que me ha aquejado.  Tiene 2 años.  Creo, muy tristemente en cuanto a mi relación con mis otros sobrinos, que Nicolás ha sido aquél con el cual he tenido más conjunción, por así llamarla.  Cada vez que el Rorro lo trae a casa, le grito ¡bebéeee! con un gusto bárbaro.  El día que no nos lo traen, mi mamichi y yo nos la pasamos tristeando, extrañando al escuincle.  A veces llega cuando estoy a puerta cerrada practicando con mi bajo para exigirme con elocuentísimos golpes sobre la madera que lo deje entrar.  No me grita "¡tío!"  Nooo.  No él.  Él me grita ¡Eeeeeeh! como si fuera yo el escuincle y él el papá que demanda atención al hijo distraído.  Cuando abro la puerta, entra con una sonrisota de maléfico triunfo -como si mi ámbito no meritara el menor respeto- se sube a la cama y descuelga mi guitarra acústica del clavo de la pared para acompañarme.  No sin exigirme con la misma voz de comando, que pareciera a estas alturas código ábrelo-todo, que se la acomode entre las piernillas de carricillo que tiene.  Después de todo esto, mi sesión de práctica se va al carajo y abro mis listas de reproducción especiales para el bebé con canciones super alegres para ponernos a tocar y a bailar juntos.  ¡Báilale, bebéee!  le digo.  Y el bebé baila.  ¡Toca, bebé!  Y el bebé toca.  Luego, a veces, se trae cargando su mini batería para acompañarme también.  Es una estampa infinitamente chusca cuando abro la puerta con mi bajo colgado al hombro para encontrarme con el zopapillo bebé cargando tooodos los tambores de la batería ya armada.
 
Así las cosas, la relación que Nicolás y yo teníamos, hoy dió un brusco giro…
 
Todos a la mesa.  Es domingo y hay más gente de lo normal.  Apenas cabemos en las sillas.  El bebé y yo estamos jugando con una pelota a un lado de la gente: le estoy enseñando a cabecear.  Claro que no puede coordinar y todo lo que atina a hacer es a cerrar sus ojitos para recibir la mini playera bola con su frente.  Cada vez que lo logra hacer, le digo en tono triunfal "¡Eso, bebé! como Lilo le decía a Stitch (de ahí viene tanto bebé y bebé y bebé).  Hasta que en un instante de repentina inspiración, el bebé toma indignadísimo el balón entre sus manos, se me queda viendo con grácil furia y me grita "¡O’toy bebé!"   Me río burlonamente en su cara y le digo:  "Máh, ¿y entonces quién eres?"  
 
" TOY KOLÁS!"  Y luego grita con más vehemencia: "¡KOLÁAAAAAAAAAAS!"
 
Todos callamos ante las vibraciones que su frustración dejan en el aire.  El Rorro le dice en tono de papá consentidor "oye, no le grites así a tu tío".  Mi mamá está casi paralizada de la risa, tapándose la boca para no ser vista por el niño.  Mi hermano Yomel hace un comentario sobre el genio que se carga y mis demás sobrinos siguen comiendo su pizza. 
 
Kolás (ahora se llama Kolás) me vuelve a pasar la pelota y yo sigo tratando de jugar con él, a pesar de que mis ojos ahora están todos como vidriosos después del regaño y la nueva toma de conciencia del estatus de nuestra relación.  Porque, a mis ojos, el bebé ya no quiere ser bebé…
 
 
 
 

Acerca de Hugo Dragón

Amo escribir, y el poco tiempo que tengo para hacerlo lo vivo intenso. De ahí la estructura corta de mis relatos. Algún día aprenderé a promocionarme...
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10 respuestas a Idiosincrasias

  1. Mariel dijo:

     
      Me gustas en el papel de tío, seras un hermoso papá, vale pues dejemos de decir bebé en voz alta y demosle la bienvenida a Nicolas.
     
     Buen inicio de semana.

  2. Mariel dijo:

     
     Un beso cada mañana y cada noche.

  3. Eva dijo:

    awww que lendo x3
     
    yo tengo una hermanita de año y medio que se llama mónica pero de cariño le digo kikí
    y por consiguiente ella me llama a mí del mismo modo ._.
    lloraré a mares cuando me pida que no le diga así
    buah… porqué tienen que crecer?!

  4. Alfredo dijo:

    Lo que pasa es que nosotros no nos damos cuenta de que ya estan creciendo, siempre los vemos como nuestros bebes y viendo las fotos pues la verdad ya crecio brother, asi que ya mero tienes que respetar sus bigotes.Saludos a Kolás, el gran Kolás.

  5. Lauz dijo:

    Huguito!!Caray… tienes razón, siempre nos hacemos de modos y lenguajes propios para cada persona, códigos "cuasi-secretos".  Pero… al fin y al cabo… todo siempre se trata de comunicación.Te dejo un beso enorme.

  6. Rossy dijo:

    hola!
     
     
     

  7. ßlanca dijo:

    Jajajaja, què divino!
     
    Pues te cuento que hace 5 dias me estrenè como tia-abuela, me ha tocado recibir en su nacimiento a una hermosa nena que moviò las fibras de mi ser en cuanto la tuve en mis brazos y empecè a darle sus cuidados neonatales, no sè ni còmo explicarlo, pero desde esos instantes creo que habrà una conexiòn del tipo que tù nos cuentas aquì entra esa nena y yo.
     
    Kolàs, hermoso Kolàs, que la vida le brinde lo necesario para salir avante de cada momento no grato. Por lo pronto ya sabe que tiene a este tio maravilloso a su lado. 

  8. Alejandro dijo:

    Mi hija: papá, quiero ser grande!!
    Yo: si eres una pequeñita muy bonita
    Hija: no, quiero ser grande
    Yo: para que quieres ser grande?
    Hija: para que se me caigan los dientes como mi prima
     
    Ellos crecen Huge y debemos crecer también, aprender lo que nos puedan enserñar mientras se desarrollan, nos dan lecciones dia con dia! 

  9. ... dijo:

    Tierno blog, se vè que son muy unidos y que lo quieres mucho. YO tengo un hermanito de 3 añitos cabaditos de cumplir este mes y todo lo que hace me resulta fascinante. A pesar de estar chiquito se gasta un caràcter dominante y ahora que lo pienso muy manipulador. Lo quiero como si fuera mi hijo y èl me cree su hija. Nada de novio, nada de amigos, sòlo èl està enmi vida… (supongo esa es su filosofìa). Mi mamà lo tuvo a los 42 años y debido ala cesàrea lo cuidè yo como 6 meses por complicaciones con cicatrizaciòn de mamà, a veces pienso que por eso nuestro lazo es tan fuerte. Un beso, chao.

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